jueves, 2 de febrero de 2012

Mata Gallina


Rosita tiene el pelo color miel,  la piel rosada y un fulgurate sol en la mirada, su traje de saco tongonea al ritmo de las nanasinfantiles a penas 7 años de edad y a su corta edad los juegos de infancia enel bateí de su abuela desconocida migraran cual cucubanos al recuerdo del ayer.De muy pequeña su madre la regalo… o tal vez la encargo al cuido de quien comentanlos vecinos es su abuela, pero de lo que pasa en el cañaveral tras el silbatode las seis, nadie habla o al menos de frente. En casa de su abuela Rosita va ala escuela del barrio y ya hasta sabe leer y escribir, pero en casa de Mamá yquien aprenderá a llamar Papá hace falta unas manos,  aunque sean pequeñas,  para recoger tabaco y dar de comer  los cerdos. Así entre cacareos de gallinas sellevaron a Rosita de la casa de abuela, descalza pues no había tiempo parazapatos que se le quedarían y no se comprarían mas, con el amor de su abuelaamarrado en el corazón y los dos trajes de saco bajo el brazo. Al llegar a sunueva casa junto a un río,  conoció a suscompañeros de obra a quienes le se enseño eran sus hermanos -de distintosrasgos físicos pero reconocidos por un mismo Padre- sus oblaciones en laporqueriza  y el lecho de guajana secadonde dormiría.  Un día cansada de elolor a cerdo, el desamor de una madre y los castigos arrodillada en el guayo delata,  rosita decidió sentarse bajo elSauce a comer  las pequeñas uvas  oscuras de la planta que llamaban “mata gallina”… Cerro los ojos y entre lágrimas  seecho a la muerte con apenas 8 años…. Al despertar no escucho arpas, no vioseres “rubios y de ojos azules” como los que estaban pintados en laIglesia,  aun olía a cerdo, no estaba enel cielo, aun estaba en la porqueriza, con sus lágrimas secas y sus orillasheridas por el guayo ya habían parado de sangrar… Fue en entonces dondecomprendió que no todos los venenos de la vida matan y algunos hasta te pueden hacer mas fuerte.

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