…y sonó el incomodo rechinar del maldito
despertador como todos los días a las 7:15 de la mañana. Tenían la extraña
costumbre de levantarse 15 minutos antes de la hora, para reconfortarse con la
idea de que se podrían quedar unos minutos mas abrazados. Ella se levanto por
el lado izquierdo de la cama como todos los días y el por el lado derecho,
desde que vivían juntos el había perdido su lado favorito de la cama debido a
que ella no soportada el frio del lado derecho. Ella, como todas las mañanas
preparo el café negro, lo preparaba con la pasión y el empeño del mejor de los
catadores moliendo el grano y midiendo la justa proporción entre agua y harina.
El encendió el televisor en el mismo canal de todas las mañanas; ya era
costumbre escuchar las malas noticias en un acto de masoquismo matutino o tal
vez alimentando la estoica y descarnada
esperanza de que algún día el reportero
les anunciara que el “otro mundo es posible” se había puesto de moda. Ella le
sirvió el café y juntos se sentaron a recibir la dosis de cafeína necesaria
para motivarse a salir a la calle.
El reportero de corbata tan amarilla como
su estilo daba la noticia de que el estado de salud de la joven de 15 años Karla Michelle Negrón Vélez
empeoraba y con ello el circo mediático tras sus sufridos padres se
intensificaba a cada segundo mas. En la noche del 31 de diciembre de 2011 y
justo a 33 minutos de despedir el año una bala entro por una de las ventanas de
la casa de Karla Michelle y se le alojo en el cerebro cegando sus sueños de ser
bailarina de ballet. Ya habían pasado 12 días desde la noche de despedida de
año y era evidente que solo un milagro le salvaría la vida a la joven. Entonces
movió la vista que hasta entonces tenia posada sobre el televisor y le pregunto a ella “¿Amor…en todos estos
años trabajando en el hospital has visto un milagro?” Ella quedo en silencio
por unos segundos y posando sus ojos sobre el café contesto con voz quebrada
“No…nunca”. El le hizo compañía a los
ojos de ella en el café y áspero por la respuesta continuo tomando café en
silencio. Secretamente siempre había esperado que ella hubiese visto un milagro
y confirmara su mayor deseo de una fuerza bondad universal… termino el café, la
beso en los labios, tomo su maletín y salió a la calle como todos los días
escéptico y en busca de la buena fe de un milagro entre toda la maldad del
diario vivir.
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